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Mercado Territorial: una red de la economía social para enfrentar la inflación

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Mercado Territorial: una red de la economía social para enfrentar la inflación

Surgida en la Universidad Nacional de Quilmes, une a colectivos, cooperativas de productores y consumidores. Mientras el Gobierno no logra contener la suba del precio de los alimentos, ni hubo avances profundos en políticas para la agricultura familiar, desde la economía social y solidaria se fortalecen las alternativas: asambleas para acordar precios justos y compras comunitarias.

Por Mariángeles Guerrero

Con una inflación general del 7,7 por ciento —la más alta desde 2002—, el precio de los alimentos aumentó un 9,3 en marzo, según el Índice de Precios al Consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Este rubro registró además una suba de 106,6 por ciento respecto a marzo del año pasado, también por encima del incremento general. Los aumentos vulneran el derecho a la alimentación, por eso desde las organizaciones de la economía social y de la agricultura familiar generan alternativas para formar precios justos para quienes producen y para quienes consumen. Una de esas experiencias es la de Mercado Territorial, que comercializa productos agroecológicos y cooperativos en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense.

Florencia Arana, Naiara Calvín y Natalia Mayans, integrantes de Mercado Territorial, aseguran que el aumento de los precios en góndola se debe en gran medida a la especulación que realizan las grandes empresas del sector. Arana puntualiza que ese proceso es impulsado por monopolios y oligopolios del rubro agroalimentario, cuya mirada es netamente empresarial.

Mercado Territorial: una red de la economía social para enfrentar la inflación 1

En el último mes, por citar algunos de los ejemplos aportados por el Indec, en el circuito convencional de comercialización el pan de mesa aumentó un 10 por ciento, los fideos 6,5, el asado 7,1, el pollo 26, los huevos 27,7, el tomate redondo 37 y la lechuga 58 por ciento. Esos incrementos incidieron más que ningún otro para empujar la suba de precios al 7,7 por ciento general. Mientras tanto, en las góndolas de Mercado Territorial el incremento del último mes fue de 4,5 por ciento.

Se trata de los productos sueltos que ofrece la distribuidora y provienen del sector cooperativo y la agricultura familiar, que se ajustan a medida que se reponen, siempre contemplando ralentizar la dinámica inflacionaria general. Pero la principal estrategia de comercio justo la ponen en práctica con el producto estrella: los bolsones de verduras agroecológicas, que solo registran dos aumentos anuales. En los últimos meses, Mercado Territorial comercializó, a través de sus nodos, bolsones de verduras de ocho kilos por 1.380 pesos y bolsones de cinco kilos por 1.040 pesos.

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Su valor se define en dos asambleas anuales en las que participan productores, el área de comercialización y los nodos de consumo. Esos dos aumentos anuales fijan precios justos de productores a consumidores. La primera asamblea de este 2023 se realizará el sábado 22 de abril a las 10 en la sede de la Universidad de Quilmes, institución impulsora del proyecto, que también integran el equipo de gestión Kolmena Oeste y, desde los inicios, las organizaciones de productores hortícolas El Progreso (La Plata) y la Asociación de Productores Agrícolas 1610 (Florencio Varela).

Respecto a la concentración en el impacto de los precios de los alimentos que señalan las integrantes del proyecto de comercio justo, según un informe del Observatorio para el Desarrollo Provincia (ODeP) de Buenos Aires, tres empresas concentran el 91 por ciento de la producción de aceites a nivel nacional, tres concentran el 85 por ciento de la elaboración de azúcar, una empresa fabrica el 79 por ciento de los fideos, dos compañías controlan el 82 por ciento de la harina, dos el 98 por ciento de las gaseosas y una sola firma explica el 70 por ciento de la producción de leche.

“Esta red nos permitió generar puestos de trabajo más justos, más dignos, donde todas las voces sean escuchadas, donde todos los aportes sean válidos, donde todos valemos por igual, cobramos todos lo mismo y que no haya un patrón que diga cómo van a ser las cosas”, expresan. Con ese marco ideológico apuntan a la soberanía alimentaria y generan estrategias colectivas para que el precio de los alimentos no impacte de forma significativa en los bolsillos pero a la vez retribuya de forma justa a los trabajadores de la tierra.

“Con los alimentos agroecológicos no se especula, son parte de un movimiento social y político”

—¿Cuáles son las estrategias de Mercado Territorial para alcanzar precios justos?

—Una de las principales es la construcción del precio del bolsón de verduras que ofrecemos, que se define en asambleas donde participamos los productores, el área de comercialización y los nodos de consumo, ubicados en en los barrios del conurbano bonaerense y en la Ciudad de Buenos Aires. También participan los consumidores, la Universidad Nacional de Quilmes —de donde surge Mercado Territorial— otras organizaciones y estudiantes de distintas carreras. Esas asambleas de acuerdos de precios se hacen dos veces al año.

Calvín señala que el objetivo es generar un precio justo. “En primer lugar, para los productores, a quienes la existencia de monopolios y de precios ya establecidos por el mercado les imposibilita poner el precio que realmente tiene lo que producen. Tenemos en cuenta que es una producción agroecológica, que tiene otro proceso y otro valor, no solamente económico”, explica. También se busca un precio justo para el consumidor. “La idea es que sea un circuito de comercialización corto, que el consumidor sepa quién produce los alimentos, de dónde vienen, de qué forma está elaborado y quiénes somos, nos conocen las caras y los nombres”, completa.

Natalia Mayans agrega que, a la hora de elaborar los precios, los mayores costos son los de logística. “Ahí es donde tenemos el mayor desafío a la hora de pensar en el ‘valor hora’, porque buscamos siempre un precio que pueda facilitar el acceso a los consumidores y que no sea excesivo”, indica.

—¿Por qué es un desafío los costos de la logística?

—Tenemos un “valor hora” y tratamos de actualizarlo siempre que se pueda, pero es lo que más nos cuesta. Es difícil ir a los ritmos de la inflación de otros precios, como los servicios o la salud, entonces tratamos de nivelar un poco en cuanto se pueda. Hoy tenemos que modificar los precios más veces que antes. Todas las semanas hacemos la construcción de precios de los productos en general, más allá de que el precio del bolsón se acuerda dos veces por año. La mayor parte de los aumentos de costos son por el transporte, no porque el productor o la comercializadora quiera especular con el precio. Esto ocurre aunque mantenemos un circuito corto, porque los agricultores con los que articulamos son de La Plata y de Florencio Varela y nosotros estamos ubicados en Quilmes, además de tener un puesto en el Mercado Central de Buenos Aires. Pero cuando hay productos que vienen de otras regiones, se nota la diferencia.

—¿Qué políticas tendría que implementar el Estado para eliminar la especulación con respecto al alimento y para bajar los precios?

—Uno de los grandes problemas es la falta de acceso a la tierra para los productores. Muchas veces los productores no pueden hacer la transición agroecológica por la falta de tenencia de la tierra, porque los alquileres les suben a cada rato, por el cambio climático, por las especulaciones que hay al momento de dejar la mercadería en consignación a un puestero que va, le pone el precio que quiere, vende y le devuelve lo que no vende. Pero eso tiene que ver con que todavía no estamos educados para comer estos productos más sanos. La Ley de Agricultura Familiar quedó varada en 2014.

—Tiene que haber una política pública integral para promover la producción de los alimentos agroecológicos…

El gran desafío es que se pueda conformar un mercado agroecológico y diseñar una política pública de educación de consumo agroecológico. Y también en pensar el vínculo que tenemos con la tierra, no solo respecto a los alimentos. A veces vemos el extractivismo allá en la provincia, arriba del cerro, pero en Buenos Aires también lo vivimos con los humedales, con las petroleras en el mar, con los agrotóxicos. Es fundamental que desde chiquitos y chiquitas podamos percibir el vínculo que tenemos con el ambiente que nos rodea.

—El Centro de Estudios Sociales Scalabrini Ortíz expresa en su informe que, si bien las redes de comercialización comunitaria ofrecen precios más bajos, los productos agroecológicos son más caros. ¿Cómo trabajan este aspecto?

—Eso es un juego sucio que ofrece la economía capitalista. Lo convencional te puede salir más barato en una verdulería, pero no se está valorizando todo el trabajo que hay detrás. Es muy difícil hacer esa comparación porque, generalmente, lo convencional es lo que abunda en las verdulerías y en los mercados concentradores. Por otro lado está lo orgánico que es para la exportación. Nosotros no especulamos con lo agroecológico porque lo vemos como un movimiento social y político.

Salir de la lógica del consumo individual

Las integrantes de Mercado Territorial apuntan a la importancia del rol organizativo que van tomando las y los consumidores en el marco de generar intercambios justos. Y ponen como ejemplo las compras comunitarias. Explican: “Los nodos están compuestos por vecinos que se agrupan para realizar una compra conjunta a Mercado Territorial. A su vez desde el mercado, a la hora de pensar las compras para la red, tratamos siempre de coordinar con otras organizaciones con el mismo objetivo: abaratar el precio de la logística”. 

Los nodos de consumo se organizan a partir de centros culturales, unidades básicas, casas particulares. Hoy existen, ligados a Mercado Territorial, alrededor de 70 nodos activos y cada uno compra un mínimo de diez bolsones. Se ubican sobre todo en la zona sur del conurbano. 

Calvín destaca que las compras comunitarias generan un hábito distinto para consumir. “Generalmente el consumo está relacionado con lo individual: con mi plata compro lo que quiero y lo que puedo para mí. Pero acá estamos hablando de vecinos que se organizan, que hacen una compra conjunta, la reciben un día y se organizan para distribuirla, juntar la plata… Es una práctica interesante”. La mecánica genera, a su vez, otras redes donde los consumidores se empiezan a ofrecer entre sí productos que ellos mismos elaboran.

Arana subraya la importancia de esa experiencia porque fomenta la identidad de cada lugar. “Eso es lo rico de los nodos, es algo muy simbólico, muy político. Hay nodos que se formaron para la distribución de alimentos y ahora están discutiendo cosas más territoriales de su lugar”, grafica.

Las integrantes de Mercado Territorial dejan en claro que los vínculos con otras organizaciones no son solo de tinte comercial, sino que también organizan visitas a quintas y otras actividades en conjunto. “Hay un compromiso y solidaridad entre organizaciones ‘amigas’. No las vemos como competidoras. Con ellas hacemos énfasis en trabajar en lo que es la agroecología y lo cooperativo”.

Mercado Territorial, ocho años de comercio justo

La propuesta se originó en 2015, en el ámbito de la Tecnicatura y la Diplomatura en Economía Social de la Universidad Nacional de Quilmes. Detectaron la necesidad de hacer un cruce sólido con la agricultura familiar. A partir de esa idea se comenzaron a gestionar bolsones de verdura con productores y productoras de la zona. Las primeras experiencias fueron con El Progreso y con la Asociación de Productores Agrícolas 1610. 

Actualmente en la comercializadora trabajan diez personas. Ofrecen verduras agroecológicas y productos de almacén provenientes de la economía social, productos cooperativos o emprendimientos familiares o regionales. Son parte de Alta Red, la federación de cooperativas comercializadoras solidarias, formada por doce entidades de doce provincias, todas dedicadas a la economía popular. Alta Red comercializa cada mes unas 50 toneladas de alimentos que llegan a más de 10.000 familias. Las organizaciones integrantes trabajan bajo los principios de precios justos y transparentes, trabajo digno, agroecología y soberanía alimentaria.

Fuente: Tierra Viva

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